El pasado domingo 12 de junio, por la mañana, llevamos a
cabo una salida en barco para salir a navegar durante cuatro horas a bordo del
"Hegaluze Barria" e ir al encuentro de cetáceos y disfrutar del contacto
con la mar. En esta ocasión la salida se enmarcaba en el convenio que desde el
año 2010 tiene la Fundación Lurgaia con Kutxabank, que colabora y financia
diferentes actividades de conservación y restauración del medio natural.
Gracias a dicho convenio los trabajadores y clientes de Kutxabank tienen la
oportunidad de participar en actividades de voluntariado, así como en salidas
para la observación de la naturaleza.
Esperando al embarque
El Golfo de Bizkaia es una zona con alta riqueza en
cetáceos, habiéndose registrado 24 especies diferentes, aunque son una docena
de ellas las que se pueden considerar habituales.
Durante toda la mañana la mar presentó excelentes
condiciones para la detección y observación de cetáceos, con menos de medio
metro de altura de ola y sin apenas viento (en esto tuvimos mucha suerte,
porque tanto los días anteriores como los posteriores las condiciones no fueron
adecuadas). Además, la temperatura era fresca pero agradable.
Una vez reunidos en el puerto de Bermeo las algo más de 40 personas
participantes y tras las pertinentes indicaciones relativas a la seguridad en
el barco, consejos contra el mareo y explicaciones sobre el avistamiento de
cetáceos, zarpamos rumbo norte con la intención de llegar hasta la zona de los
cañones submarinos. Durante la travesía se explicaron algunas cuestiones
relativas al medio marino del Golfo de Bizkaia, a los tipos de cetáceos que
podemos encontrar en nuestras aguas y a las principales amenazas que afectan a
la conservación de los mares.
Una vez alcanzada la zona de los cañones submarinos tomamos
rumbo este. La travesía era agradable aunque un poco frustrante por la ausencia
de cetáceos (y de aves, ya que solo avistamos algunas gaviotas patiamarillas y
dos o tres alcatraces).
Llevábamos casi tres horas de navegación cuando, ya en el
trayecto de vuelta, se avistaron unas aletas dorsales grandes y oscuras a
varios metros de distancia. Las primeras impresiones apuntaban a una especie
poco habitual y altamente deseada de avistar por cualquier aficionado: la orca
(Orcinus orca), un superdepredador de
los océanos y un animal fascinante. Rápidamente se despejaron las posibles
dudas cuando avistamos la característica aleta de un macho. Emocionados (y un
tanto excitados) nos dirigimos lentamente hacia algunos de los individuos
avistados. Calculamos que en total habría unos 10 ejemplares, si bien estaban
dispersos y resultaba difícil valorar el tamaño del grupo.
Orcas
Durante casi media hora disfrutamos de unas observaciones
fantásticas de varios individuos, sobre todo dos de ellos, que se acercaron en
varias ocasiones al barco, llegando a pasar por debajo de nosotros. Además, a
las orcas se les unieron bastantes individuos de delfín común (Delphinus delphis), que no parecían
tener ningún miedo ni reparo a nadar y bucear junto a las orcas. Esta “amigable”
interacción resultaba interesante, dado que normalmente los delfines suelen
evitar a la orcas; conviene recordar que éstas últimas pueden incluir, en su
dieta, a otras especies de cetáceos. Y es que los delfines parecían saber que
ese grupo de orcas no les incluirían en su menú diario: los grupos de orcas se
especializan hasta tal punto que, por ejemplo,
las que comen túnidos no comen delfines y viceversa. Lo más seguro es
que este grupo de orcas se alimente casi esclusivamente de túnidos y es que en
estas últimas semanas ya hay constancia de que los primeros bonitos ya están
frente a nuestra costa provenientes del norte.
Orca y delfín común
Resulta emocionante sentir tan próxima la presencia de animales
tan bellos, poderosos e inteligentes. En estas situaciones uno duda sobre quién
observa a quién. Y nos sentimos privilegiados por haber tenido este encuentro.
Si ya de por sí resulta improbable observar orcas en el Golfo de Bizkaia,
avistamientos como éste son casi imposibles de repetir.
Se nos estaba haciendo tarde y debíamos volver a puerto, así
que nos alejamos de las orcas y delfines y tomamos rumbo a Bermeo. El trayecto
nos deparó otro encuentro espectacular: dos ejemplares muy grandes de calderón
común o calderón de aleta larga, también llamado ballena piloto (Globicephala melas) nadaban aparentemente
tranquilos, mostrando sus características aletas dorales en forma de hoz y
orientada hacia atrás. Su actitud golpeando con sus aletas caudales el agua nos
hizo pensar que lo más probable es que fueran parte de un grupo más grande, que
no vimos, y que estaban en labor de
vigilancia de las orcas: los calderones y las orcas no suelen hacer gala de
amistad mutua. Para acabar la observación pudimos ser testigos de un
acontecimiento muy pocas veces visto en esta especie en nuestras aguas: uno de
los ejemplares se sumergió sacando completamente su aleta caudal como si se
tratara de un cachalote. Tras unos minutos de observación, dejamos a los
calderones y nos dirigimos hacia Bermeo.
Calderón de aleta larga golpeando con su aleta cauda y calándose
Ya en puerto, y con la emoción todavía en el cuerpo,
celebramos estos avistamientos con unos pintxos y bebidas. Para muchos de
nosotros (probablemente para todos) el día fue inolvidable. Un encuentro con
orcas es, sin duda, uno de los sueños de cualquier aficionado a los cetáceos.
Como siempre, el personal del Hegaluze fue clave para la
detección de los cetáceos y para su observación; las maniobras y aproximaciones
del barco fueron realizadas con el mayor cuidado y sensibilidad, para molestar
mínimamente a los animales. Además, Juani y Laura hicieron la travesía
agradable y placentera para todos. También para ellos el día resultó especial.
El ambiente en la salida, como es habitual, fue excelente,
con las ganas por aprender y disfrutar del medio natural como denominador común
entre todos los asistentes.
¡Gracias a todos y hasta la próxima!
Me alegro mucho por vosotros, envidia sana, pero envidia, no lo voy a negar.
ResponderEliminarUn abrazo!!!